Autor: Juan Carlos Zapata / México
El síndrome de Burnout es un padecimiento que se caracteriza por la respuesta prolongada al estrés, ante los factores estresantes emocionales e interpersonales en el trabajo que incluye fatiga crónica, ineficacia y negación de lo ocurrido.
No se encuentra reconocido en el manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) aunque si es mencionado brevemente en la Clasificación Internacional de Enfermedades bajo el código Z73.0, también se conoce como síndrome de desgaste ocupacional , síndrome del trabajo desgastado , síndrome del trabajador consumido, síndrome de la cabeza quemada, y coloquialmente síndrome del quemado y síndrome del trabajador quemado.
La aparición del primer concepto se dio en 1974 por Herbert Freudenberger, la población de riesgo son principalmente en el sector salud como médicos, enfermeros, farmacéuticos, psicólogos, trabajadores sociales, etc., pero también en el área de la educación como maestros y personal administrativo; diversas investigaciones apuntan que las mujeres de entre 30 y 50 años de edad presentan mayor prevalencia que los hombres.
Las dimensiones son cansancio emocional, despersonalización, baja realización personal; los síntomas psicosomáticos: son cefaleas, molestias gastrointestinales, insomnio, entre otros; síntomas conductuales: problemas relacionales, ausentismo laboral y disminución del rendimiento laboral; los síntomas emocionales son: distanciamiento afectivo, ansiedad, depresión entre otros; los síntomas defensivos son: negación de los síntomas anteriores , desplazamiento de los sentimientos hacia otros ámbitos.
Las causa son múltiples: se origina en las profesiones con alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos, baja remuneración económica, cuando no se ha cambiado el ambiente laboral, los factores de riesgo son: 1. Estrés, 2. Privación del sueño, 3. consumo de alcohol y drogas.
El tratamiento consiste en terapia psicología, técnicas de relajación, buenos hábitos alimenticios, terapia psiquiatrico-faramacológica y por supuesto la mejora de las condiciones laborales y respeto de los derechos del trabajador.
Todo lo anterior nos indica que la unidad y organización de los trabajadores es fundamental para cambiar la defensa de sus derechos más elementales, y que con este estilo de vida de esclavitud asalariado no puede haber futuro para los proletarios y demás trabajadores, del gobierno y los patrones (ahora empleadores) no podemos esperar nada bueno solo nosotros con nuestras propias fuerzas lo podemos hacer, y hoy más que nunca necesitamos de sindicatos democráticos, de clase y revolucionarios como el medio para luchar contra los abusos de Estado.