Por Jaime Chuchuca Serrano
Con mucha razón, se ha generalizado la conceptualización popular de que para trabajar en el Estado (y en el sector privado) se necesita más de una “palanca”, que de una buena carpeta (curriculum). Esta palanca, por lo común, es un familiar, amigo o cuota política, en ese orden de prioridad. Sin embargo, la palanca no solo es para la consecución del puesto, sino para que se agiliten los trámites, para que se perdonen los impuestos, para evadir responsabilidades, sanciones, multas, para ingresar al sistema escolar, para ganar becas, para conseguir créditos y un largo etcétera que constituye el régimen de la palancocracia. Un claro ejemplo de esto último, es la administración de la Corporación Financiera Nacional (CFN).
Eduardo Salgado renunció hace pocos días a la gerencia de la CFN, la causa principal, según la exautoridad, es el conjunto de corruptelas dentro de la institución. Salgado llegó a dar una cifra de 700 millones de dólares de pérdida por préstamos políticos. Al calor de esta renuncia, se ha hecho una investigación de la Corporación. La actual administración de la CFN asevera que los créditos realizados entre 2014 y 2019 tienen irregularidades, esto se eleva a una suma de 4 mil 700 millones de dólares. Entre 2014 y 2019, la CFN fue dirigida por María Soledad Barrera (2014-2016), Santiago León (2017, seis meses) y Juan Carlos Jácome (2018-2019). En 2020 pasó a manos de Roberto Dunn Suáres y en 2021 a Iván Andrade Apunte.
Buena parte de estos rubros, están en las carteras de créditos incobrables o vencidos. Se han abierto 1185 juicios de coactivas, para intentar cobrar 418 millones de la cartera vencida. De una muestra de 1500 millones de dólares en créditos otorgados por la CFN, se descubrió que el 80% se entregó solo a 500 usuarios. La mayoría de estos créditos se realizaron para sectores de la burguesía industrial, agrícola, turística y de construcción. La gran pregunta es ¿quiénes son estos beneficiarios? No obstante, el Código Orgánico Monetario y Financiero establece sigilo y reserva para todos los usuarios. El público ni siquiera puede conocer a los deudores.
A Arquímedes se le atribuye la frase: “dadme una palanca y moveré el mundo” (“dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”), para explicar un suceso físico; de los hechos de los que hablamos, la palanca rige para mover el reparto de los recursos económicos y el poder estatal.