Por Dr. Arturo Quizhpe Peralta*
Para hacer frente al distanciamiento social
A partir del sábado 14 de marzo, después de conocerse el fallecimiento de la primera víctima del COVID-19 en el país, Cuenca vivió un ambiente de alarma creciente. En una farmacia de la ciudad, un grupo de personas hacían fila, silenciadas. La mayoría usaba mascarillas y guantes quirúrgicos que se tocaban constantemente, mientras esperaban su turno. Casi todos y todas esquivaban al otro, intentando mantener sus miradas sobre el celular. Estaban cerca, pero querían estar distantes.
Un par de meses antes, una foto que se difundió por el mundo mostraba a un anciano con una mascarilla tendido en la calle, después de haber colapsado y muerto cerca de un hospital de Wuhan, China. Lo vimos desde Cuenca. El dolor fue cercano, pero la epidemia parecía distante.
Los huracanes, las inundaciones y los terremotos generalmente unen a los seres humanos, pero las pandemias, demostrándonos que estamos unidos, nos inducen a la separación. Aunque en realidad no hay separación, sólo distancias, por lo que una pandemia nos enseña lo cercanos y distantes que estamos de mil maneras. Ahora, que el distanciamiento social constituye una medida estratégica para la contención del COVID-19, tenemos que aprender cómo y cuándo ser cercanos, y cómo y cuándo permanecer distantes.
*Pediatra