Por Francisco Garzón Valarezo
En esas exóticas declaraciones que son usuales en nuestros presidentes, el que está ahora de turno salió a decir, sin ningún sonrojo, -como quien dice una maravilla-, que los trabajadores debían ahorrar los 25 dólares de incremento al sueldo básico. El consejo del presidente es una propuesta que refleja su esencia, que pinta la enorme distancia que lo separa de su fantasía y la realidad que vive el pueblo.
Pedirle a una persona que ahorre, cuando ésta no puede solventar sus necesidades básicas, sino es una burla, es una sandez, pues pone a la gente a decidir entre comer o ahorrar; entre su salud o ahorrar; entre tener agua y electricidad o ahorrar.
El último y atrasado informe del INEC refiere que el costo de la canasta básica al mes de noviembre del año pasado es de $ 715,31. Para que un trabajador y su familia puedan satisfacer sus necesidades básicas ineludibles le faltan $ 290,31, sin embargo, el señor Lasso, le propone ahorrar.
Para dorar la píldora, los coquetos burócratas han inventado la locura de que los preceptores de hogar son 1.6 personas, una bufonada en la que ni ellos confían, porque saben que, de cada 10 familias, solo 3 pueden cubrir el costo de la canasta básica.
La sugerencia del señor Lasso declara la condición natural del burgués: la de juzgar la ficticia torpeza de los trabajadores para manejar su plata. Cree el señor presidente, como buen banquero, que el pueblo tiene necesidad de su asesoramiento financiero, el que otorga, levantando el cetro de su moral, para que la gente planifique, prevea, guarde la plata. Supone el señor Lasso, que, con el ahorro, se estarán superando las causas que generan la pobreza, una estructura de acero y cemento armado que engendra y perpetúa este sistema.
Aunque para algunos maliciosos, el propósito del incremento solo busca desarmar las razones de la protesta social que se anuncia para el comienzo del año, lo que nos lleva a reconocer, que la sola mención de la protesta nacional dulcificó la cordura del gobierno que pretendía la avarienta subida de tres dólares el salario de los trabajadores.
También hay la posibilidad de que el presidente se esté queriendo pasar de vivo. No vaya a ser que esté pensando que los trabajadores le depositen ese billete del aumento en su banco. Total, para la lógica del capitalismo, los trabajadores solo deben consumir para sobrevivir.
La hipocresía y contradicción de la burguesía, toda una vida ha alentado a los obreros a salir de la pobreza, pero nunca, ni siquiera les ha garantizado un sueldo decente. Para el capitalista, la pobreza actúa como una suerte de condición espiritual, y para ellos la salida, no pasa por la justa distribución de la riqueza, sino por la virtud del ahorro, el talento y las privaciones.
Esta es una razón más para que los pueblos del Ecuador y del mundo, advirtamos la necesidad urgente de adelantar a este sistema y forjar uno nuevo.