Por Francisco Garzón Valarezo
Recorriendo la ciudad de Quito para saborear la añoranza de los recuerdos después de un largo destierro, el escritor Juan Montalvo mira que un indígena golpea a una mujer. Indignado, acude en su defensa, pero ocurre lo absurdo. La señora reprocha a Montalvo diciendo que quien la golpea es su marido, que no se meta: “Aunque pegue, aunque mate, maridu es”.
La puerta de este recuerdo se abre a propósito del complicado respaldo que Pachacutik trata de conseguir en su organización para favorecer a la Revolución Ciudadana. Parece que la dirigencia de Pachacutik ha olvidado no solo las despóticas puteadas con que Correa los apaleó, si no todas las acciones nefastas con que agredió al movimiento indígena.
El melindroso sofisma de la “responsabilidad histórica”, parecería esconder otros afanes que ojalá no sean los de Rosa Cerda (1), Cecilia Velasque (2) o la mayorcita Guadalupe Llori (3), que en su momento hicieron noticia nacional por el desenfreno de sus exigencias.
Por el lado del boboísmo también hay su trozo de erotismo con las voces del: “aunque pegue, aunque mate, maridu es”. Boboa subió el IVA al 15%; los índices de pobreza han subido dos puntos en su gobierno; ha entregado concesiones mineras en zonas intangibles burlándose de la voluntad popular. Su torpeza e improvisación son evidentes en el manejo del gobierno.
Ambas pandillas de la oligarquía se enfrentan en una campaña histérica. Creen que el Ecuador y sus riquezas les pertenecen. Ya hemos visto que desde sus gobiernos han obrado para sus ambiciones y que las ventajas siempre los han favorecido solo a ellos.
Extirpar estos repugnantes tumores del Ecuador, encarnados en las dos candidaturas finalistas es el deber de los electores, repudiándolos con el voto nulo.
1. “Si van a robar, roben bien”.
2. “A mí que no me den de pasa café. Quiero un ministerio completo”.
3. pactó con Laso para acceder a la presidencia de la Asamblea Nacional