Por Luiz Falcão*
Hace seis años, en 2017, aprovechándose de un momento de defensiva de las diversas fuerzas populares, el gobierno golpista de Michel Temer y el Congreso Nacional impusieron la Ley 13. 467, también llamada Reforma Laboral, cometiendo uno de los mayores crímenes contra clase obrera en Brasil.
De inmediato, esta ley revocó y modificó 100 artículos de la Consolidación de Leyes Laborales (CLT), estableciendo la tercerización o subcontratación y eliminando los derechos de quienes producen y construyen las riquezas del país: los trabajadores y trabajadoras
Los patrones y sus mentiras
La vida enseña que el trabajador nunca puede confiar en los patronos, porque siempre están mintiendo para obtener ventajas. Así actuaron los partidos que los representan en el Congreso Nacional (partidos de derecha), los medios de comunicación y el Gobierno de Temer, mintiendo descaradamente, diciendo que la Reforma Laboral crearía millones de nuevos puestos de trabajo y modernizaría las relaciones laborales.
Pero después de seis años de aprobada esta reforma, hubo más despidos, los salarios disminuyeron y las condiciones de trabajo empeoraron. Datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) prueban el engaño: en 2016, un año antes de la entrada en vigor la reforma, la tasa de desempleo fue 11,6%. En 2018, ya con la reforma aprobada, el paro pasó al 12,3%; en 2020, tres años después de los cambios en la CLT, el desempleo ascendió al 13,5% y, en 2021, después de cuatro años, la tasa del desempleo continuó en 13,2%. En 2022, hubo una pequeña disminución (9,3%), pero la razón no fue la creación de nuevos trabajos, sino el gigantesco crecimiento del número de trabajadores por cuenta propia; es decir, quienes hacen trabajos ocasionales, trabajando en las calles como vendedores ambulantes, o simplemente prestando servicios para los dueños de empresas de aplicaciones. Sin duda, de cada diez trabajadores, cuatro son informales y, entre 2017 y 2022, la tasa de informalidad en la economía estaba por encima del 40%.
38 millones de personas trabajan sin derechos
Según la Encuesta Nacional por Muestra de Hogar (PNAD) de mayo de este año, establece que 38 millones de personas trabajan en la informalidad, sin ningún derecho laboral, son hombres y mujeres que, para sobrevivir, son obligado todos los días a ir a las calles a vender mercancías, prestar cualquier servicio o realizar las tareas del hogar en casas ajenas. Ganan tan poco que no les alcanza para tener tres comidas al día, no pueden pagar alquiler, agua, luz ni comprar ropa. No tienen ocio o diversión, ni siquiera pueden pensar.
Estos trabajadores y trabajadoras llegarán a la vejez sin ninguna perspectiva de tener jubilación, porque el salario que ellos reciben es tan pequeño que no puede pagar la contribución mensual Social. Calcula el Departamento Asociación Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos (Dieese) que, en 20 años, más de la mitad de la población no podrá jubilarse.
La falta de puestos de trabajo se hizo tan frecuente que en cada ciudad vemos miles de jóvenes haciendo entregas en bicicletas o motocicletas y millones de personas sobreviviendo como conductores de aplicaciones, que trabajan bajo la lluvia, sin horarios, sin acceso a baño o restaurante popular.
Muchos imaginan que tienen su propio horario trabajo, pero la verdad es que son los jefes, los dueños de las empresas de aplicaciones y de las mercaderías, los que definen cuánto van a recibir por el trabajo que realizan y cuantas horas tendrán de trabajo. Además, si se les pinchas un neumático o tiene un accidente, la responsabilidad será del trabajador.
Los que trabajan con contratos firmados, además de que sufren la reducción de los salarios, trabajan más de ocho horas al día, a menudo no reciben horas extras y se enferman más. Además, que, como saben los patronos, hay un gran ejército de trabajadores desocupados, cuando contratan, imponen un salario mucho más bajo que el que se pagó antes y además dicen: “si quieres, este es el sueldo, sino hay muchos que si lo aceptan”.
Por lo tanto, el objetivo de La Reforma Laboral no fue modernizar nada, sino profundizar la explotación de los trabajadores y beneficiar a los capitalistas.
En efecto, siempre que el empresario paga un salario más pequeño, aumenta la jornada de trabajo o introduce una nueva máquina, el trabajador produce a mayor escala y el patrono se vuelve más rico. Por esta razón, los sindicatos de los empresarios, como la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), la Confederación de Agricultura y Ganadería (CNA) y la Asociación Brasileña de Agroindustria (Abag), entre otros, hacen todo para continuar mantenimiento de la Ley 13.467. Cuando alguien recuerda que la Reforma Laboral no trajo ninguna mejora para quien trabaja ni para la economía, los capitalistas aumentan el dólar y promueven una caída en la bolsa de valores.
La tercerización y el trabajo esclavo
Hay más: extendiendo la tercerización para todos sectores de la economía, la reforma ha contribuido al crecimiento de mano de obra esclava en el país. Antes de la reforma, las empresas estaban obligadas a contratar trabajadores directamente, pero con la tercerización sin límites, las empresas más grandes contratan una segunda empresa que recluta trabajadores de regiones distantes, con falsas promesas de salarios altos, alojamiento y comida gratis. Todo es palabrería, porque los trabajadores están sujetos a días agotadores, sin recibir nada y a vivir en verdaderos cuartos de esclavos.
Sólo este año, más más de 1.200 personas fueron rescatadas por estar en condiciones degradantes, similares a los de esclavitud. Detalle: las empresas agrícolas, es el sector que obtiene grandes ganancias exportando los alimentos que faltan en la mesa de la familia brasileña, son los más favorecidas por esta explotación despiadada. De hecho, el 76% de los trabajadores rescatados del trabajo esclavo son explotados por empresas agrícolas.
La sed de ganancias de los vampiros capitalistas es tan grande que muchas empresas no están pagando más FGTS cuando despiden sin justa causa. Según el Tribunal Superior de Trabajo (TST), la falta de pago de la multa del 40% FGTS por las empresas, es lo que tienen mayor número de denuncias en el Juzgado de Trabajo. Bastarían esto dos últimos casos para concluir que mientras el poder económico y político estuviera en manos de la burguesía, de la clase de los patrones, los trabajadores tendrán sus derechos irrespetados.
Derogar la reforma y derrotar al fascismo
Esta injusta realidad demuestra que es urgente que la clase obrera se movilice para defender sus derechos, poner un basta a la crueldad de la burguesía y la patronal y acabar con el poder de la élite que domina el Congreso, nombra ministros y define la política económica.
Además, la lucha antifascista no se limita a combatir los ataques a las libertades democráticas y los derechos humanos, negar las noticias falsas y castigar a los golpistas. El fascismo es la dominación más violenta de la burguesía sobre los trabajadores, es la explotación desenfrenada de la clase obrera por los monopolios y el capital financiero, es eliminación de los derechos conquistados por los trabajadores y la destrucción y debilitamiento de los sindicatos.
No hay nada que represente más a los gobiernos fascistas de Temer y Bolsonaro que la Reforma Laboral, Ley 13.467. Con esta reforma, los trabajadores y trabajadoras fueron despojados de sus derechos y sometidos a una explotación aún más feroz por parte de la burguesía. En otras palabras, para derrotar al fascismo y a la clase que lo sostiene, es indispensable poner fin a la famosa Reforma Laboral.
Pero, esta victoria de la clase obrera sólo será posible si los sindicatos combativos y las organizaciones revolucionarias se unen para crear un amplio y fuerte movimiento de masas en defensa de los trabajadores y las trabajadoras contra la explotación de los patrones.
No importa que este movimiento se inicie con una recolección de firmas en las fábricas y en las calles, con actos y manifestaciones y avance con paralizaciones y huelga nacional. Lo fundamental es, de ahora en adelante, realizar una amplia denuncia del carácter fascista de la Reforma Laboral, denunciar la precariedad de las condiciones de trabajo, la reducción salarial y luchar por la derogatoria de esta repugnante y odiosa reforma fascista.
*Comité Central del PCR
Tomado de periódico Averdade Brasil
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