Por Catalina León G.
Señora Ministra María Paula Romo:
Hace muchos años compartí con usted un panel en el que se trató el tema de la democracia. Usted parecía ser esa sangre nueva que estaba dispuesta a fortalecerla. Entonces me sentí honrada.
Hoy en día, lo veo y no lo creo. Usted forma parte de un gobierno con tintes claramente fascistizantes que reprime sin piedad a su pueblo, que masacra a niños y niñas. Un régimen que hace gala de racismo y machismo exacerbados. Que miente sin ningún escrúpulo. Que embosca a mujeres y a jóvenes de valor que se defienden con escudos de madera de la parafernalia bélica de su gobierno. Podría entender tal actitud, venida de su colega de Defensa, pero su desvergüenza y su crueldad, francamente no comprendo.
Señora Ministra, si aún le queda una brizna de dignidad, debería renunciar. ¿O acaso no se da cuenta en qué embrollo histórico se encuentra metida? Usted ya no es tan joven ni inocente como para no darse cuenta del contexto que está contribuyendo a exacerbar al dar malos consejos a su presidente. Usted sabe muy bien, porque alguna vez dijo ser de izquierda, que quienes protestan demandan algo justo. ¿Por qué entonces se empeña en destrozar a los disidentes? ¿No sabe, acaso, que el estado de excepción es, como dice Giorgio Agamben – a quien, supongo, usted habrá leído – el umbral hacia la dictadura? Y la dictadura, en el Ecuador de hoy, no será una «dictablanda», como en los setenta, sino un régimen de genocidio igual al que ha implantado el militarote Bolsonaro. Recapacite: los ojos del mundo entero miran al gobierno ecuatoriano. Recapacite y renuncie porque el juicio de la historia será implacable. Las muertes de nuestros/as jóvenes, de los hermanos indígenas, los sufrimientos que usted, el mentiroso Moreno y Matraca están infligiendo a nuestro pueblo no serán olvidados.
Ah, sí, paren de decir los millones de mentiras que nunca parecerán verdades. El Ecuador ya no es “un país inocente”. Los pueblos dignos que reclaman y luchan no son por esencia violentos, son defensores de la vida, sus repuestas altivas son en defensa propia. Los violentos son quienes mienten, quienes emboscan, quienes quieren pisotear los derechos conquistados. La violencia existente, incluida la destrucción física, es producto de los esquiroles y provocadores que ustedes infiltran en las protestas, aquellos que son instrumentalizados por la inteligencia policial y militar para justificar la represión brutal que el gobierno ha ordenado.
Le escribo y arriesgo porque soy madre, abuela, hija, hermana, amiga y no quiero dejar a los seres que amo un mundo de infierno como el que ustedes les están presagiando.