Por Jaime Chuchuca Serrano
El 14 de octubre se cerraron las mesas de los diálogos entre el gobierno y la dirigencia de las fuerzas movilizadas en junio de 2022. La información del gobierno es que se han llegado a decenas de acuerdos (199). Sin embargo, los líderes del movimiento le dicen al gobierno que no mienta, que en algunas mesas no hay acuerdos: como en la de materia laboral y la de subsidios a los combustibles. Hay muchas promesas de la presidencia que no tienen ejecución práctica; los delegados de las organizaciones han cuestionado los juegos y dilaciones de los funcionarios. Encima de todo, llama la atención que el ejecutivo siga sosteniendo la posible alza de combustibles.
Tanto para los acólitos de Lasso, cuanto, para los opositores, se palpa que no ha podido cumplir con su programa de gobierno. En consecuencia, se siguen abriendo nuevos frentes de desacuerdos. Todos los discursos de campaña electoral, incluso los de la derecha, han tenido que incorporar políticas redistributivas. Esto conlleva un principio: que los que más tienen más paguen, y que los que menos tienen, menos paguen. No obstante, los ganadores de las lides electorales -a propósito, también del presente proceso- a la hora hacer la política pública, prefieren alejarse de este principio. Es más, se han ideado todo tipo de mecanismos para que los sectores medios y los trabajadores ocupados (y desocupados) contribuyan más, y que los privilegiados sigan siendo evasores; si no es por la ley, por la política pública, y si no es por esta, por el hacerse de la vista gorda.
Por la negligencia con la actúa el gobierno de Lasso, se han hecho más frecuentes las comparaciones con Moreno: el peor gobierno de la historia. No es para menos, que los levantamientos populares de octubre (2019) y junio (2022) hayan surgido en estos gobiernos. Sin duda, se han fortalecido varios lazos coloniales y el pueblo no aguanta más grilletes. El hambre asola a casi 3 millones de ecuatorianos, el 70% de la población no tiene empleo fijo, y, en esta cruda realidad, la ejecución del presupuesto social se ha reducido a apenas el 40%. Los diálogos implican palabras, y estas, hechos; sin hechos de beneficio social, seguirán primando los desacuerdos.