Autor: Juan Carlos Zapata / México
En un texto muy extenso López Obrador presentó su 6o y último Informe de Gobierno; en un contexto internacional de guerra en Ucrania y genocidio contra el pueblo palestino, donde las potencias imperialistas han provocado esta violencia contra los pueblos, para seguir succionando sus recursos y hacerlos más dependientes intereses que amenazan con provocar una tercera guerra mundial nuclear.
En este escenario, por ejemplo, el Gobierno morenista mantuvo relaciones con los criminales sionistas de Israel y una tibia condena a la guerra en Ucrania.
En lo nacional, su Informe ratifica la continuidad neoliberal con la llegada de Claudia Sheinbaum al gobierno, que significa el reforzamiento del Capitalismo Monopolista de Estado en curso, y su subordinación al imperialismo, facilitando la obtención de enormes ganancias para los capitalistas.
Lo planteado en su informe no representa nada nuevo de lo ya expresado en sus mañaneras. Su llamado humanismo mexicano, que es humanismo burgués, lo envolvió de falso soberanismo y falsa independencia del imperialismo principalmente de EE.UU., porque mantuvo la economía mexicana subordinada a los intereses de estos con el Tratado México Estados Unidos y Canadá (TMEC) -anteriormente (TLCAN)- donde no solo se han beneficiado los capitales extranjeros y locales, sino que además ha permitido el saqueo de los recursos naturales (con la explotación minera y el saqueo y acaparamiento del agua) esto, mientras ha crecido el narcotráfico en nuestro país. Además, han impuesto la política migratoria conveniente a los gringos, donde Obrador con aparente desinterés, promueve una mayor penetración imperialista en la región, copiando los programas que se imponen en México, como “Sembrando vida”.
Su invento llamado “humanismo mexicano”, es la falsa humanización del capitalismo que han estado vendiendo desde hace tiempo los progresistas o gobiernos alternativos, para confundir a las masas de que este sistema, no es malo, sino que tiene fallas -como la corrupción- pero se puede mejorar.
La disminución de la pobreza, el aumento al salario, como los “apoyos” en los programas sociales, representaron fundamentalmente una política de desmovilización y desorganización de las masas trabajadoras durante su gobierno, masas que además fueron aprovechadas para las elecciones garantizando así la continuidad neoliberal y reforzamiento del sistema capitalista-imperialista. Una fuerza de masas que uso para legitimar la impunidad sobre los personeros del neoliberalismo, que cometieron crímenes y saqueos, antes de su gobierno y durante este: los niños asesinados en la Guardería ABC, los crímenes de Ulises Ruiz Ortiz, los actos condenables de los expresidentes -que aún viven- como Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, y de exgobernadores que hasta fueron premiados con embajadas.
Los asesinatos contra Samir Flores, de nuestros Camaradas Tomás Martínez, Manuel Cartas, etc., y otros luchadores asesinados y desaparecidos, que se suman a los miles de ciudadanos que han convertido a nuestro país en un cementerio, donde el caso de los 43 normalistas desaparecidos, sin resolver, ejemplifica de manera contundente lo falso con que ha actuado López Obrador y su gobierno, al encubrir y proteger al ejército en su papel como aparato represivo de la oligarquía financiera y darle más poder abriendo las puertas al fascismo que acecha también en nuestro país.
A esto se suma el crecimiento del paramilitarismo o delincuencia organizada, que siguen actuando en complicidad con el ejército, la marina y la Guardia Nacional, con su política de “abrazos y no balazos”.
López Obrador se va del gobierno y deja al neoliberalismo perfeccionado, con sus reformas estructurales funcionando; con una mayor dependencia a EE.UU.; a un pueblo con sus problemas bien administrados con medidas temporales y parciales que cuando la burguesía quiera echará abajo, lo hará; con una violencia reaccionaria generalizada, producto de la decadencia del sistema, condiciones que solo la violencia revolucionaria de las masas podrá detener y vencer, mediante la revolución proletaria.
Se instala un “nuevo” gobierno con Claudia Sheinbaum que buscará ser una buena administradora de los intereses del capitalismo y toca al proletariado demostrar que no necesitamos administradores del capital, sino la transformación revolucionaria de este.