Por Psic. Karla Arellano P.
El asesinato de María Belén Bernal Otavalo, deja al descubierto el carácter de fuerza represiva opresora, inhumana y misógina de la Policía Nacional, como digna Institución de un Estado Capitalista y Patriarcal, cuya razón de ser, es el sometimiento de los pueblos y sostener a los explotadores en el poder. Muchas veces, los luchadores sociales nos preguntamos:
¿Por qué cuando salimos a las calles a exigir mejores condiciones de vida para el pueblo, nos reprimen al punto de llegar a matar a manifestantes?
Porque el proceso formativo es de deshumanización a quienes aspiran a ser policías, porque les enseñan que obedecer es más importante que la justicia, les enseñan a respetar las jerarquías, aunque comentan actos violentos a compañeras y compañeros, que ello te hace digno de ingresar, no importa si es aberrante el acto, no importa si es inmoral o inhumano. Te desensibilizan frente a lo injusto, te someten a tratos agresivos y el peso mayor recae sobre las mujeres, quienes pueden ser presas, además, de los gustos de algún Teniente o personaje de alto rango. Su proceso formativo es para crear una estructura del pensamiento de opresión, deshumanizada y violenta contra el pueblo al que pertenecen, los desarraigan. Por ello el abuso de poder, blandos contra la delincuencia organizada y contundentes y violentos contra los que menos tienen, una especie de aporofobia acompañada de la misoginia histórica sobre la que se han construido las sociedades. No nos olvidamos de las mujeres violadas por policías en las protestas de Chile, no nos olvidamos de los asesinados en las protestas de Octubre del 2019 y Junio del 2022 en Ecuador y no nos olvidaremos de María Belén Bernal, asesinada en la Escuela de Formación de Policías bajo la obediencia y silencio de mandos y cadetes.
Escucharon los gritos de auxilio de María Belén y callaron, vieron como Cáceres salía y regresaba a la habitación con materiales para eliminar las huellas de su crimen y callaron, escucharon sacar el cadáver en una bolsa y golpearse al arrástralo y callaron. La única detenida es una cadete, una mujer a la que dejó encerrada y escuchó el crimen. Una subalterna, que tenía que obedecer cualquier orden o tal vez le esperaba lo mismo. La Institución actuó con espíritu de cuerpo, no solo callaron sino también permitieron la fuga del femicida, no conforme con ello han ocultado evidencias.
Esta vez el asesinato cometido por Cáceres bajo la protección de la Policía Nacional, desenmascara la violencia de género en su más alto y repugnante nivel: un hombre que se cree dueño del cuerpo y de la vida de una mujer al punto de matarla; desenmascara el carácter Represivo de la Policía: la deshumanización y obediencia, aunque sea un crimen; descubre el Carácter Patriarcal de sus Instituciones: él era el Teniente y ella la esposa, nadie se metía y todos ocultan información bajo la venia de otros mandos y del Ministro Carrillo quien dijo que era “un acto cometido por un irracional”, y no, no lo aceptamos, fue el sentimiento de poder sobre María Belén lo que provocó que Cáceres la asesinara, fue la Policía Nacional quien se convirtió en cómplice de un femicidio; por ello, Cáceres debe ser capturado y pagar con la máxima pena al igual que los altos mandos policiales que fueron cómplices de tan horrendo crimen.