El día internacional de las lenguas maternas

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Por Inti Cartuche Vacacela

Hoy (el 21 de febrero) ha sido el día internacional de las lenguas maternas. Todos tenemos lenguas maternas, pero no todas las lenguas maternas están en igualdad de condiciones. En Ecuador hay 14 lenguas indígenas (voy a enumerar a ver si me sé: kichwa, shuar, achuar, shiiwiar, a’ingae, paikoka, sia pedee, chapalaa, awapit, t’safiki, wao, epera,… hasta ahí llegué ).

La mayoría en situación de riesgo. Ya ni es novedad, siempre decimos lo mismo, año tras año. Y obvio que hay gente militante que hace cosas, y valiosas. Pero siento que es como la crisis climática. Dejo de comprar con plásticos, etc,etc. y pienso que ya con eso salvamos la crisis. Pero claramente no alcanza. Una situación parecida sucede con la crisis lingüística. Podemos hacer cosas, pequeñas en escala, pero mientras las instituciones y la sociedad en general no asuman la valía de la diversidad lingüística, y actúe en forma sistemática, más allá de los discursos de siempre, no creo que pase mucho.

Es fácil decirse interculturales, hasta plurinacionales, y esa palabrita de moda «comunitario» o peor aún «ancestral» con el que se adorna cualquier cosa, sea o no sea, para que suene inclusivo, buena onda, como decían por ahí «prieto frendly». Pero en el tema de los idiomas indígenas es otra cosa. Creo que es más difícil de exotizar que otras cosas «indígenas». Y por eso mismo es dejada de lado. El problema de los idiomas indígenas es la piedra de tope de una sociedad que quisiera ser plurinacional (eso también a unos pocos, la mayoría ni saben que el Ecuador es un Estado plurinacional, y si lo saben, tampoco les importa mucho).

Como siempre digo, el problema es pensar que es un lío de los «otros» (palabra tan fea para designar lo que supuestamente no es lo «propio”. En fin), de los indígenas y no mío. «Total, ellos saben también castellano, para que me voy a esforzar yo, ¡que lo hagan ellos!, De hecho, ya lo hicieron, ¿entonces para qué voy a aprender su idioma?».

Tampoco es tan fácil. Hay tremenda inercia -el estupor de los siglos diría Zavaleta- que a los propios hablantes también afecta, no se diga a gente que nunca en su vida quizá haya pasado por su lengua o su cabeza pensar que se puede vivir este mundo en otros idiomas que no sea el castellano (dejemos de lado el inglés, porque ahí no hay chiste, es una lengua de prestigio, ¿quién no quiere aprenderla?). A nivel institucional tampoco es una prioridad, hay otras urgencias, o lo ven sumamente difícil. ¿Hay experiencias no?, pero aún muy pequeñas, silenciosas, algo es algo, aunque a este paso no alcanzará. De hecho, para los que no saben, hace un par de años murió el último hablante de zápara. Más allá de círculos sociales y académicos reducidos, nadie se enteró, o si sucedió lo vio lejano, ajeno.

Y en la izquierda es tema que ni se lo piensa porque no se lo siente, ahí sí que es literalmente hablarles en kichwa. A pesar que según se sabe el PC antiguo si le puso atención al tema del problema indígena y pensó con la realidad de acá (no aplicando manuales o teorías como recetas): educación en lengua propia, hasta de nacionalidades hablaban. Luego, como nos gusta siempre estar mirando a ver que sucede en otras latitudes, para ver que hacer (que en principio no está mal, siempre podemos aprender de otros, pero cosas buenas, no cualquier cosa…) la izquierda olvidó por completo. Solo cuando el MI apareció nuevamente se hizo visible el tema. Pero, incluso ahí es la última rueda del coche, hay otras urgencias más urgentes. A veces se piensa que no es un problema de la revolución estar pensando en los «dialectos» de los indios, como digo, igual ya saben castellano, entonces no tiene sentido. Poco se ha aprendido creo de las experiencias de la URSS con la cuestión de las nacionalidades y sus lenguas. En fin.

Hay una parte bonita de una canción de un famoso grupo de música andina que ilustra una utopía lingüística (en este tiempo de tanto realismo y pragmatismo capitalista, sin sueño). Habla de dos niños, uno kichwa y otro mestizo (aunque a estas alturas pienso que los dos son mestizos, ¡cuánta falta hace pensar en otro mestizaje!). Mientras juegan, el niño indígena le habla en kichwa y el otro le responde en castellano, ¡y se comprenden! (¡pero eso implica que los dos son bilingües!). Cuando suceda algo así en toda la sociedad habremos quizá avanzado un pasito en construir un verdadero Estado plurinacional.

Tomado FB Inti Cartuche Vacacela

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