Por Marco Villarruel A.
Las noticias sobre el empleo en el Ecuador publicadas el viernes 17 de enero cayeron como un ladrillo hirviendo en las cabezas de las autoridades actuales y anteriores. 11.782 mil trabajadores se quedaron sin empleo el año 2019. El presidente Moreno había ofrecido 250 000 empleos adecuados pero más bien bajaron dramáticamente.
El subempleo (el trabajo precario, del día, de escasa remuneración) aumentó, en tanto que el desempleo pleno se mantuvo en el 3% de la población económicamente activa. Las cifras de informalidad se han incrementado.
El país lleva ya cuatro trimestres consecutivos de recesión lo que significa que miles y miles de ecuatorianos se empobrecen más cada año.
No obstante de estos datos duros, los gremios de las cámaras y sus portavoces mediáticos insisten en conseguir más beneficios. Los medios de comunicación no cesan de darles tribuna porque aducen que el gobierno no disminuye aún más el tamaño del Estado y no despide a más empleados públicos. Los 150 000 que salieron desde el 2017 no son suficientes.
Las pautas para la conducción neoliberal del Estado las dictan Esteban Albornoz (devenido en decano universitario por razones de marketing académico), Mauricio Pozo (devenido en autoridad universitaria por marketing académico), Alberto Acosta Burneo (miembro del grupo económico Spurrier), Jaime Carrera (dueño de una ONG fantasma), José Hidalgo de la ONG demócrata cristiana CORDES, y el resucitado Alberto Dahik, prominente neoliberal y también reclutado por alguna universidad privada. Sus discursos concuerdan con los dirigentes de los poderosos gremios de industriales y comerciantes especialmente en lo concerniente a la supresión de los subsidios y a la apertura legal y financiera vía reforma legal para el ingreso de capitales extranjeros, así como la venta urgente de los activos productivos del Estado, y la apertura a la penetración de capitales mineros. Claman a los cuatro vientos la urgencia de reformas laborales que no son otra cosa que la disminución de los derechos de los trabajadores públicos y privados.
De hecho los banqueros han declarado que sus beneficios han aumentado en depósitos, créditos y utilidades. Reportaron 560 millones de utilidades, especialmente en negocios con el Estado. Los grandes propietarios desde el 2018 han recibido numerosos beneficios como la reestructuración y condonación de deudas con la banca estatal y con el Instituto de Seguridad Social. La ley de Emprendimiento e Innovación, emitida después del levantamiento popular de octubre del 2019 no contiene ningún beneficio real para los trabajadores pues siguen sin acceso a los créditos. Las decisiones sobre ayuda a los pequeños emprendimientos en la región amazónica de difícil aplicación son pompas de jabón.
De su lado el mapa de las grandes fortunas del Ecuador no se ha modificado: Corporación La Favorita, Banco del Pichincha, Grupo Eljuri, OCP, Pronaca, Claro y Movistar, Corporación El Rosado, Holcim y las riquezas de los hermanos Noboa, no han hecho sino incrementarse en desmedro de la cada vez más pobre economía popular.
Resulta un contrasentido que frente a la grave crisis económica las autoridades hayan resuelto incrementar solamente en seis dólares el salario básico en tanto que determinadas instancias como la Asamblea Nacional y el Consejo de la Judicatura (un 34% en el nivel jerárquico superior) intentaron aumentar sus remuneraciones mensuales.
En el plano judicial el Ecuador no ha podido recuperar los dineros fruto de la corrupción como tampoco los que se ubican como evasiones tributarias. De ahí que no tienen ningún sentido los continuos periplos presidenciales, como el viaje al Foro Económico de Davos, en el que se pintaron paisajes idílicos e irreales. Como anécdota propia de la vida real podríamos decir que lo que gastó Lenin Moreno y su comitiva en su papelón de Davos, es mayor a lo que necesitan la parroquia Eloy Alfaro de Manta y los cantones Montecristi y Jaramijó, de la provincia de Manabí que se encontraban sin agua aquellos mismos días.
El gobierno del Ecuador le cumplió al FMI, pues lo que no pudo en octubre lo hace poco a poco en el 2020 y es por ello que el banco no se apresura, solo dice que respeta las medidas, aunque todos sabemos que quiere más.