El futuro del país depende de nuestra reflexión

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Por Ramiro Beltrán

La sociedad ecuatoriana y las familias se ven afectadas por la permanente invasión de conceptos escasos de ética y tergiversación de valores ciudadanos, que se difunden por redes sociales y medios de comunicación que destacan la farándula, el mediatismo y la violación de derechos, por políticos y por las élites económicas de la nación, que violentan la democracia, los derechos humanos y sociales.

Las noticias son elocuentes, desde el aparato estatal y los gobiernos de turno existe persecución y amedrentamiento político, sin espacios democráticos para disensos, se utiliza las instituciones gubernamentales para atropellar las normas constitucionales, buscando desesperadamente, justificar la ineptitud e irresponsabilidad, al momento de sancionar violaciones a los derechos humanos, sociales y constitucionales.

La utilización nociva del aparato estatal y la constante desinformación, ha llevado a la ciudadanía, a pensar y actuar a tener comportamientos sociales deformados como el odio como elemento de “valor ciudadano”, y justificar la práctica de personalidades políticas que buscan resolver, los requerimientos de su grupo y no los de la nación, ni los problemas que afectan a la ciudadanía, violentando la democracia y la conciencia social.

El escaso compromiso de las élites ecuatorianas para crear y mantener un sistema democrático transparente y un sistema eficiente y moderno en lo económico, se afirma cuando vemos que hay partido de alquiler, candidatos que privilegian la oferta demagógica, que no responden a propuestas que soluciones las demandas del pueblo, que, el único compromiso que parecen tener es con sus propios intereses. Lo que nos conduce a sostener que no existe formación académica, filosófica para valorar y presentar propuestas y personalidades políticas con valores éticos ciudadanos.

La cercanía de las elecciones debe convertirse en una oportunidad para la reflexión sobre el futuro y los problemas de nuestra nación. Lamentablemente poco de esto tenemos. El discurso político ha sido sepultado por las arengas e imágenes de las redes sociales que asfixian a la inteligencia y anulan la razón, con “bandos” partidistas, con claras manifestaciones de odio, abusos de poder y violación a derechos constitucionales.

Los ecuatorianos no debemos seguir tolerando violaciones e inseguridad, crimen organizado, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y desapariciones por parte de la fuerza pública y de los poderes del Estado, obstrucciones constitucionales, delincuencia organizada, corrupción, lavado de dinero, narcotráfico y entorpecimiento de la justicia; usurpación de funciones, autoritarismo y prepotencia.

La solución a este panorama tétrico, en gran medida, depende de nosotros los electores, comprender a quien favorecemos con nuestro voto; los votantes debemos hacer un esfuerzo para entender que el Ecuador de paz que anhelamos, pasa porque las nuevas autoridades que elijamos, sean ciudadanos que respeten a la Constitución, sin miedos ni odios, de esperanza y trabajo, de justa distribución de la riqueza. Un Ecuador para los pobres y los desamparados, un Ecuador para los ecuatorianos de a pie.

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