Por Jaime Chuchuca Serrano
El Levantamiento indígena popular propuso un programa para redireccionar al gobierno con 10 exigencias de la CONAIE, pero les voy a revelar la real “agenda oculta” de la que habla el gobierno. Ya decía Gabriel García Márquez: América Latina es como un niño que cuando llora no solo lo hace por lo que desencadenó el llanto, sino por otros problemas pasados. El criterio del gobierno sobre la “agenda oculta” es de ilusión conspirativista, lo que en realidad sucede es que las décadas de miseria, neocolonialismo, desempleo, discriminación, nula preocupación política estatal por las comunidades indígenas y rurales, marcan la base del movimiento por cambios efectivos, y a estos se han sumado decenas de organizaciones urbanas con igual situación de pobreza.
El levantamiento no hace más que desvelar las múltiples fracturas del sistema capitalista, de sus instituciones estatales y de la sociedad civil. Las exigencias en contra de Lasso y que no ha solucionado es uno de los factores que mantienen la movilización; igualmente, el apresamiento de Iza y las políticas de la contención represiva, que se ha volcado a ser un terrorismo estatal con por lo menos 6 fallecidos, han sido gasolina para el fogón de la movilización. El gobierno tiene la burda estrategia de esperar a que el movimiento se debilite, sin tomar real atención a sus propuestas. El terrorismo estatal, mal llamado “uso progresivo de la fuerza”, quiere desgastar a la gente con heridos y muertos.
Aunque la mayoría del movimiento se concentra en Quito, que en algunos días superó las 100 mil personas, todo el país se encuentra movilizado. Estos hechos desembocaron en el debate legislativo sobre la destitución del presidente Guillermo Lasso, presentada por los 47 asambleístas de UNES, y que se resolverá este sábado 25 de junio; a menos que se adelante Lasso con la disolución de la Asamblea. Cualquiera de estas dos alternativas adelantaría las elecciones presidencias y legislativas; con la salvedad de que la segunda permitiría a Lasso gobernar sin Asamblea durante 6 meses, una dictadura constitucional.
Esto genera contradicciones en la Asamblea Nacional, pero también en las fuerzas de la movilización. En la Asamblea, de un lado, por quienes están de acuerdo en mantener las cosas tal como están, sin mayores cambios, y, por otra, los asambleístas a favor de la destitución de Lasso por su incapacidad en el manejo de la conmoción interna. Pero también se ha generado una contradicción interna en la CONAIE y Pachakutik, similar a la del levantamiento popular de octubre de 2019, en un lado está la mayoría del movimiento que quiere que se cumpla con sus exigencias y la destitución de Lasso, encabezado por Leonidas Iza, y, de otro lado, hay un sector prolasso que no quiere la destitución presidencial y desea terminar con la movilización, públicamente encabezado por Salvador Quishpe; este sector ha tildado al primero de correísta. El anticorreísmo es usado también por el gobierno de Guillermo Lasso y sus medios para generar fraccionamiento dentro de las fuerzas movilizadas, además del movimiento indígena: trabajadores, mujeres, jóvenes, organizaciones políticas, sociales y populares.
Las recientes grandes experiencias Latinoamericanas, han mostrado que ciertas movilizaciones que empezaron con banderas concretas como la lucha contra el alza de pasajes en Chile, desarrollaron un levantamiento popular de dimensiones inusitadas. Lograron una Asamblea Constituyente, cambiaron la constitución pinochetista, obtuvieron un nuevo presidente, Gabriel Boric, el recambio institucional en todos los municipios, el cumplimiento de programas democráticos y radicales, y que a pesar de todos estos cambios, la gente siga movilizada. El levantamiento de Colombia también fue de largo alcance y colaboró en la victoria del primer presidente de izquierda, Gustavo Petro. Depende de las fuerzas movilizadas y su dirección para que el Levantamiento Indígena Popular produzca transformaciones sociales históricas o se estanque como en octubre de 2019.