Por En Marcha
Se realiza en la sede de la ONU en Nueva York, la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Jefes de Estado y de Gobierno de varios países, discutirán cómo se está implementando la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS. Difícil entender de lo que estamos hablando, ¿verdad?, ese es ya uno de los problemas —en el mundo pocos saben de lo que se trata—, aunque ese no es el asunto más grave.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron acordados por la ONU en el año 2015, y la fecha establecida para lograrlos el 2030. Se ha cumplido la mitad del período señalado y, según el Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez, solo un 15 % está en camino de lograrse. El lenguaje diplomático no le permite reconocer que el plan va camino al fracaso.
En términos generales, la meta de los ODS es «luchar contra la desigualdad y la pobreza». En concreto, algunos de ellos plantean: poner fin a la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, entre otros.
Según información de la misma ONU, de julio de este año, 1.100 millones de personas viven en situación de pobreza multidimensional aguda en 110 países, lo que corresponde al 18 % de una población de 6.100 millones de personas. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), dio un campanazo al señalar que, entre 2020 y 2023, 165 millones más de personas han caído debajo del umbral de pobreza, es decir, el problema se agrava en lugar de ser resuelto. Pero la cosa no queda ahí, pues, según un informe elaborado por la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria, el número de personas que necesitan ayuda urgente en materia de alimentos, nutrición y medios de subsistencia, aumentó por cuarto año consecutivo en 2022, con más de 250 millones de personas que padecen hambre aguda y habitantes de siete países al borde de la inanición.
La ONU echa la culpa del agravamiento de estos problemas a la pandemia del Covid 19 y a la guerra en Ucrania, que efectivamente tienen incidencia, pero no son la causa fundamental de su origen. Los pobres y hambrientos están distribuidos en países que encierran enormes riquezas naturales, pero esas riquezas se hallan concentradas en manos de grandes monopolios internacionales y de las burguesías nativas, que ostentan sus riquezas. La pobreza crece como resultado de la aplicación de políticas gubernamentales que privilegian los intereses del gran capital, en detrimento de la atención de las necesidades urgentes de los pueblos. No hay vuelta que darse, la explicación y, sobre todo, la responsabilidad, está en el capitalismo.