Por Jaime Chuchuca Serrano
Desde la fundación de la República, los datos han sido necesarios para la elección de funcionarios, la asignación presupuestaria, la administración de las poblaciones y los movimientos estratégicos y tácticos. En la profusa historia, se puede resaltar la Junta Nacional de Planificación (JUNAPLA) fundada en 1954, como una institución clave para la producción de los datos nacionales, en la época del desarrollismo ecuatoriano, el boom del banano y la profesionalización de las ciencias sociales.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) nace en una dictadura militar, el 7 de mayo de 1976, con la unión del Instituto Nacional de Estadística, la Oficina de los Censos Nacionales y el Centro de Análisis Demográfico. En 1979, con el retorno a la democracia, la JUNAPLA pasó a ser el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE), con entidades adscritas como el INEC, el Fondo Nacional de Preinversión y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). En 1998, el CONADE pasó a ser la Oficina de Planificación (ODEPLAN), y en 2004 se creó la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (SENPLADES), los diferentes gobiernos han hecho adecuaciones y cambios.
En 1998, con la supresión del CONADE, Mahuad adscribe el INEC al Ministerio de Economía. En 2007, Correa lo hace al SENPLADES, es decir, retoma la línea de la planificación. En 2019, Moreno adjunta el INEC a la Presidencia de la República, como para evitar trámites entre la decisión del ejecutivo y la construcción de los datos. En esta historia, el INEC produjo censos de población y vivienda, encuestas de empleo, datos de electores, económicos, agropecuarios, industriales, de educación, desnutrición y otros variados archivos.
La importancia de los datos generados por el INEC, para el poder, el discurso político, la academia, los medios de comunicación y los organismos internacionales, es ineludible. Y aunque se ha querido distinguir lo técnico de lo político, en esta historia hay unidad. El 21 de septiembre de 2023, después del primer censo digital y otros accidentados sucesos, como la pandemia, el INEC nos reveló que somos 16 millones 938 mil 986 ecuatorianos y no los 18 millones que proyectaron. Si confiamos en la data de la institución, los nacimientos habrían bajado de 330 mil niños a 250 mil por año.