Autor: Juan Carlos Zapata / México
La coyuntura electoral en México y otros países del mundo, se desenvuelve en medio de una disputa cada vez más frontal entre dos grandes bloques imperialista, el encabezado por Estados Unidos y sus aliados y el chino-ruso; esto se observa en la guerra en Ucrania, los golpes de estado y los actos de sabotaje y desestabilización en Latinoamérica y África, el reciente atentado en Rusia, las sanciones económicas, la guerra comercial y otras acciones que se dan sobre la base de la crisis general del capitalismo y una nueva e inminente crisis económica, poniendo sobre el escenario mundial los ingredientes necesarios para que el fascismo vuelva a ascender.
Y es que en este escenario debemos mirar la tendencia a la fascistización como la base sobre la cual los bloques imperialistas pueden echar adelante la guerra y resolver las contradicciones que mantienen, pues el fascismo profundiza la explotación de la clase obrera, el control social y el saqueo de los recursos naturales y para lograrlo encuentra en cada país las características políticas e ideológicas con las cuales justificar estas acciones como es el racismo, el nacionalismo, las religiones, la inseguridad, la corrupción entre otras.
Para alcanzar esto el imperialismo requiere imponer gobiernos que garanticen esta ruta y lo hace mediante el financiamiento de los sectores políticos afines a sus intereses, la desestabilización y en última instancia los golpes militares, como lo ha venido haciendo de manera más visible Estados Unidos en Latinoamérica o en el último periodo lo ha emulado Rusia y en África.
En el caso de México, con su dependencia y cercanía con Estados Unidos, el proceso de fascistización ha venido avanzando sin importar los partidos en el poder, pues aspectos como las reformas neoliberales, los megaproyectos y la militarización, orientadas principalmente por los tratados internacionales, (TLCAN y ahora el TMEC), han caminado y consolidado con los gobiernos del PRI, PAN y ahora Morena.
A la par de esto la fusión entre gobierno, los cárteles del narcotráfico, el Ejército, la Marina, para el mercado de la droga, el asesinato de activistas y periodistas, la trata de personas, secuestros y el asesinato de inmigrantes, también se ha mantenido en curso.
De esta manera los intereses estadounidenses han venido avanzando, pero no significa que esto sea suficiente, pues en contra tiene al movimiento proletario y popular que en el último periodo ha venido rompiendo con la desmovilización y retomado las calles bajo la consigna de ¡Gobierne quien gobierne los derechos se defienden!, empujando su propia perspectiva en beneficio de las mayorías.
Por estas razones en la coyuntura electoral se expresa la oposición a la 4T, al INE, el poder Judicial y las posiciones de empresarios como Slim y Salinas Pliego, que están fungiendo como mecanismos de presión que mantienen una fuerte campaña en medios de comunicación, con la posibilidad de que de ser necesario pueda llevar a otros terrenos los cuestionamientos al Gobierno de la 4T.
También se manifiesta la violencia empujada desde el crimen organizado y/o paramilitares a sueldo que buscan también colocar distintos intereses en la coyuntura.
Por otra parte se dan las negociaciones del gobierno federal y su candidata Claudia Sheinbaum con los grandes oligarcas y representantes norteamericanos, basta ver las reuniones que en los últimos meses ha tenido la candidata a la presidencia con Black Rock, con los empresarios del norte del país, con el embajador estadounidense y congresistas republicanos y en esta tesitura se ubica la nueva oleada de candidaturas y apoyos por parte de políticos provenientes de la derecha fascista-golpista hacia los partidos de la 4T.
Esta respuesta de la 4T está acompañada por el reforzamiento del discurso de los golpes blandos, con el que López Obrador ha empujado una nueva ofensiva contra el movimiento popular, atacando desde su tribuna a procesos como la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación o los Padres y Madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
De ahí que sea más necesario identificar en este escenario la salida proletaria y popular que se manifiesta en la construcción de la unidad en la perspectiva de la conformación de una gran Asamblea Nacional del Proletariado y los Pueblos de México, en la perspectiva de la revolución proletaria, en oposición a la salida de la oligarquía que camina sobre la ruta del fascismo.