Renuncia a concurso premio “Eugenio Espejo”

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Quito, 28 de junio de 2022

Sra. Licenciada

María Elena Machuca Merino

Ministra de Cultura y Patrimonio

Presente

Por medio de la presente tengo el compromiso de comunicarle las siguientes consideraciones para renunciar a mi participación en el Concurso del Premio Nacional “Eugenio Espejo”, en el cual presenté la postulación respectiva promovida por el señor Allan Clyde Coronel Salazar.

En la postulación realizada por Allan Coronel, se menciona entre las razones de mi participación, las obras escritas por mí sobre Eugenio Espejo en tiempos en que la América del Sur sufría la colonización española con todos los rigores y crueldades conocidas y denunciadas por la historia.

Esas obras son: Eugenio Espejo, un zapador de la colonia americana, que obtuvo un premio en el concurso de libretos de radio organizado por Radio-Televisión alemana, en 1989. Posteriormente, escribí, conjuntamente con el escritor Iván Toledo, la obra Luces y espejos en la oscuridad, que obtuvo el Primer Premio en el Concurso Nacional de Obras de Teatro organizado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana en el año 1991.

Las obras mencionadas profundizan en las acciones del personaje de nuestra historia, doctor Espejo, quien junto a sus hermanos, Juan Pablo y Manuela Espejo, promovieron las ideas libertarias y revolucionarias que posibilitaron la consecución de nuestra independencia.

Este fue el motivo central de mi postulación: crear conciencia en los estamentos culturales de nuestro país el papel jugado por Eugenio Espejo, sus hermanos, y otros patriotas de la época en el desarrollo integral de nuestro país. Tanto más, en el concurso nacional Premio “Eugenio Espejo”, cuya organización está en manos del Ministerio de Cultura y Patrimonio. Creo que ni los organizadores ni los concursantes han tomado conciencia de la importancia de destacar la figura señera de Espejo y sus hermanos.

Escuchemos al propio Espejo “hablar con el idioma de la escritura santa”:

Si yo hubiese de proferir palabras de un traidor agrado, me las ministraría copiosamente esa venenosa destructora del universo, la adulación, y esta misma me inspirara el seductor lenguaje de llamaros, ahora mismo, con vil lisonja, ilustrados, sabios, ricos y felices. No lo sois: hablemos con el idioma de la escritura santa: vivimos en la más grosera ignorancia y la miseria más deplorable. Ya lo he dicho a pesar mío; pero, señores, vosotros lo conocéis ya de más a más sin que yo os repita más tenaz y frecuentemente proposiciones tan desagradables. Mas, ¡de qué ignominia será la vuestra, si conocida la enfermedad, dejáis que su rigor pierda las fuerzas, se enerve y perezca la triste patria!

Ecuador vive momentos de frustración y dolor por el enfrentamiento entre las comunidades indígenas y el gobierno. La dependencia y dominio de la colonia parece tiempo pasado, pero otro dominio, el del capitalismo, prevalece sobre los pobres del campo y de las ciudades. Pienso que no es momento de pensar en premios pasajeros, no exentos de la vanidad de ostentar un premio literario.

Que la gran mayoría de indígenas viven y soportan aún “la más grosera ignorancia y la miseria más deplorable”, a 230 años de distancia de la colonia, es una inquietante realidad que no se puede negar con discursos maquillados de buenas intenciones. 

Estas y otras razones, me llevan a la determinación de retirar mi participación en el concurso Premio Nacional “Eugenio Espejo” del presente año.

Atentamente,

Raúl Arias

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