Por Jaime Chuchuca Serrano
Además de las elecciones presidenciales y de asambleístas, el 7 de Febrero de 2021 en Cuenca se incluye la papeleta de la Consulta Popular para prohibir la explotación minera en las zonas de recarga hídrica de cinco ríos, de ahí las cinco preguntas con el siguiente texto:
¿Está usted de acuerdo con la prohibición de la explotación minera metálica a gran escala en la zona de recarga hídrica del río (Machángara, Tomebamba, Yanuncay, Tarqui, Norcay), según la delimitación técnica realizada por la Empresa Municipal de Telecomunicaciones, Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento, ETAPA?
Sobre el contenido del texto tengo dos observaciones: 1) como sugiere que la prohibición de la minería metálica sería “a gran escala”, se entiende que la explotación que se podría hacer es la de mediana y pequeña escala; y 2) que el área de no explotación depende de la “delimitación técnica” realizada por ETAPA, por lo que esta área podría extenderse o disminuirse de acuerdo a los criterios “técnicos”, que en realidad también son económicos y políticos, para decidir la superficie de protección. Estas dos observaciones forman un campo de disputa ecológico-político donde las organizaciones y personas defensoras del agua deberán estar atentas para que no se menoscaben los derechos de la naturaleza.
A pesar de estas observaciones, esta consulta sienta un gran precedente para la defensa del agua y la naturaleza no sólo en la región austral, sino en todo el Ecuador. Las comunidades siguen exigiendo del Estado las consultas previas libres, informadas y vinculantes, como un derecho colectivo a decidir sobre el uso del suelo. Actualmente existen más de 40 mil hectáreas concesionadas y más de 22 mil hectáreas en trámite de concesión cerca de El Cajas para las actividades mineras. La lucha social de años ha impulsado a las instituciones y autoridades a incluir en su agenda política este tema trascendente: la defensa del agua. La sociedad espera que toda minería metálica sea prohibida en los páramos y zonas hídricas. Hay determinados valores de uso que si bien la economía ha intentado poner precio, en realidad no lo tienen y son fuente de toda vida, por eso: ¡cinco veces sí!