Una navidad triste

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Por Remo Cornejo Luque

La Navidad es una festividad cristiana que conmemora el nacimiento de Jesucristo el 25 de diciembre. El papa Julio I pidió esta celebración en el año 350, y el papa Liberio lo decretó en 354.

Su origen está relacionado con varias celebraciones paganas, como las Saturnales (honraba al dios agrícola Saturno) y el Sol Invictus (celebraba el solsticio de invierno y el resurgimiento del sol), y su masificación se dio en el marco de la campaña de cristianización del Imperio Romano.

A lo largo de su historia se han ido acoplando diversas formas y tradiciones de celebrar la Navidad, entre las que contamos:  El árbol de Navidad, que se originó en los pueblos escandinavos y germanos; El pesebre, popularizado por San Francisco de Asís en 1223; Papá Noel, inspirado en San Nicolás de Bari, un obispo del siglo IV; La corona de Adviento, que representa la espera y la preparación de la Navidad.

En pleno siglo XXI esta festividad pretende seguir siendo, también, un espacio de contrición para el mundo religioso, una fecha propicia para que los capitalistas vendan más mercancías y un momento de los gobernantes para imponer políticas económicas contra sus trabajadores y pueblos.

En el Ecuador de hoy, no se puede tener tranquilidad y felicidad ni en navidad. En estas fechas sigue la angustia por más de 700 personas desaparecidas en lo que va del gobierno de Noboa y cobra fuerza la indignación por los 4 niños de las Malvinas detenidos, golpeados, dizques abandonados por los gorilas militares y desaparecidos y hasta encontrados sus osamentas cerca de la base Taura. Está navidad será muy triste porqué faltan esos 4 niños en sus hogares y los centenares de personas desaparecidas en un «año del muñeco de cartón».

Mientras trabajadores y pueblos levantan su voz de que ¡vivos se los llevaron, vivos los queremos!, el improvisado y ricachón malcriado que habita Carondelet, sigue violentando la Constitución. Por un lado, frente a su vicepresidente Verónica Abad que ganó un amparo constitucional, no solo que le impide su acceso a su despacho vicepresidencial, sino que ahora la envía a Turquía, demostrado que no la quiere en el solio presidencial en caso de su ausencia. Y, por otro lado, vía decreto quiere entregar el campo petrolero Sacha a sus socios empresariales privados, perjudicando la soberanía y la caja fiscal.

Noboa ha demostrado que no es digno de gobernar. Igual no son dignos de hacerlo todos quienes ya fueron gobierno y son responsables del atraso económico y desempleo de las familias ecuatorianas, de la inseguridad escalofriante que se vive, de los altos niveles de corrupción insoportables, de la podredumbre de las instituciones de justicia, de control, de las cúpulas de la policía y de las FFAA.

Ecuador urge de cambios verdaderos y radicales, de una alternativa que gobierne para los trabajadores y pueblos, que no sea ya ni Noboa Ni Correa, que sea en verdad la hora del pueblo, la hora de las transformaciones reales. Es la hora de elegir a un profesor para dirigir los destinos del país.

 ¡El profe Jorge Escala y Pacha Terán, es la alternativa!

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