Por Remo Cornejo Luque
El análisis y debate sobre los resultados del balotaje del 15 de octubre en Ecuador, está en el tapete. Me permito exponer algunas ideas a fin de despertar la conciencia política del campo popular y de izquierda en el nuevo escenario político y correlación de fuerzas que brotan de las elecciones anticipadas.
- Es evidente que existe una tendencia de cambio, un anhelo de los trabajadores, pueblos y nacionalidades indígenas de que la situación de vida mejore para su beneficio, y expresión de aquello es el nivel de organización y resistencia popular que se viene dando desde la invasión incásica, el coloniaje español y durante los 193 años de vida republicana. La lucha en defensa de la vida, la naturaleza, el trabajo, en contra de la explotación, el discrimen y las inequidades sociales, siempre han estado y estará al orden del día, en tanto y en cuanto no exista un gobierno que atienda las necesidades insatisfechas de la mayoría poblacional.
Esta corriente de cambio también se expresa en el campo electoral, en el ejercicio del derecho al sufragio, a la participación política, en la inclinación de los electores a una u otra candidatura, generalmente influenciados por los slogans, y el marketing políticos, sin analizar y estudiar, muchas veces, los contenidos programáticos y a qué intereses de clase social o grupos económicos representan. En suma, siempre la designación de un nuevo presidente será expresión de negación del anterior gobernante. Es el deseo porque las cosas mejoren, porque se amanezca con porvenir.
- El escenario político del Ecuador, desde hace mucho tiempo, es muy complejo, lleno de contradicciones de intereses de grupos y de crisis económicas/sociales; que se vuelve harto desalentador y con una constante y mayor pérdida de credibilidad hacia los, gobernantes y las instituciones estatales, llámense, Ejecutivo, Legislativo, Judicial, la Policía, el Ejercito y otras.
El llamado a elecciones anticipadas o la “muerte cruzada” fue la válvula de escape a la crisis política y el freno al desarrollo de la resistencia y lucha popular contra la corrupción y el incumplimiento de las ofertas electorales del banquero Lasso; fue la contención a un nuevo levantamiento popular e indígena; fue el salvavidas para “el gran padrino”, para el recambio institucional burgués, para la defensa de los intereses del capital local e internacional. Los propietarios de grandes capitales tuvieron varias fichas en juego en estas elecciones anticipadas. A la postre, el ardid empleado les seguirá permitiendo mantener y acrecentar sus jugosos intereses, en desmedro de las aspiraciones de mejor vida de los trabajadores, los pueblos y nacionalidades del Ecuador.
3) El encanto y las bondades que brindó el correísmo, -con un lenguaje populista y manoseo de frases de izquierda-, a un segmento importante de explotados, subempleados, desempleados, descamisados, desarrapados y pobladores de a pie que viven en los cinturones de la pobreza y extrema pobreza, durante una década de bonanza por altos ingresos económicos petroleros y que vislumbró a propios y extraños con obras sociales, se vio truncada por el cambio de correlación de fuerzas políticas con el ascenso de Moreno y por el estallido de las diversas denuncias judiciales de sobreprecios, coimas y demás actos de corrupción (durante la década del correísmo se afectó al erario nacional con USD 70 mil millones). Solo el campo popular organizado, la izquierda con postulados firmes y consecuentes enfrentó al nefasto correísmo y resistió, y fue germen para que se vaya desarrollando la antítesis del correísmo. Este hecho permitió el crecimiento, paulatino e importante de la corriente anticorreísta, la corriente anticorrupción, misma que se han confrontado en el 2021 y en el 2023.
4) Salvando la distancia y los escenarios, me permito paragonar la famosa frase de Marx «La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa». Por segunda ocasión consecutiva, el correísmo populista, corrupto y defensor del sistema capitalista, pierde en el balotaje. En el 2021 perdió (52.36% vs 47.64%) con 4.72% de diferencia, el banquero Lasso derrotó a Arauz. En aquella oportunidad el ala de derecha de la corriente anticorreísta pretendió arrastrar al campo popular organizado y a la izquierda firme y consecuente, pero no lo consiguieron. La izquierda y el pueblo organizado se mantuvo incólume y por lo tanto no ha sido responsable de execrable gobierno neoliberal del banquero Lasso. Hoy, se repite la historia, y el correísmo vuelve a ser derrotado (52.01% vs 47.99%) con el 4.02% de diferencia, es decir, con 399 271 votos de distancia. La izquierda consecuente y revolucionaria, el pueblo organizado, no hipoteca su imagen ni se convierte en alfombra de ninguno de los finalistas, pues es bien sabido que ambos no representan a los intereses de los trabajadores, pueblos y nacionalidades indígenas. El 7.75% (843 752 personas) de votos nulos, el 0.75% (81 654 personas) de votos blancos y los 2 309 123 de personas que no acudieron al sufragio es un claro nivel de rechazo al sistema democrático y un aviso de inconformidad y de estado de alerta por el desenvolvimiento del nuevo gobierno.
5) El ascenso al gobierno del hijo del magnate Noboa, es fruto del deseo de cambio de la población. No es un voto por el neoliberalismo, ni por las privatizaciones de la educación, salud y seguridad social. Es un voto por trabajo y bienestar, es un voto contra la corrupción y la inseguridad ciudadana que fomentó la “década robada” del correísmo.
Daniel Noboa, no representa la nueva política, fue asambleísta alineado con el gobierno neoliberal de Lasso y buscará tener mayoría en la Asamblea Nacional (al mismo estilo de la vieja partidocracia) para impulsar su proyecto político. Por su naturaleza de clase, por sus intereses económicos, se encuadra en la defensa del sistema capitalista vigente, dicho en otras palabras, fomentará un gobierno neoliberal que beneficiará a los banqueros, grandes capitales empresariales, locales e internacionales, sumiso a las órdenes de los organismos chulqueros internacionales, FMI, y en desmedro de los intereses populares.
El camino de los trabajadores, pueblos y nacionalidades indígenas, es el de la exigencia para que se cumplan las ofertas de campaña, para hacer respetar sus derechos y reivindicaciones. El gobierno de Noboa no la tiene fácil, tiene una hoja de ruta harto difícil de cumplirse en lo social por la crisis económica que vivimos, por el abultado déficit en la caja fiscal y el exagerado endeudamiento público. Antes de los primeros 100 días de gobierno nos encontraremos en las calles reclamando lo justo.