Por Francisco Escandón Guevara
En agosto del año anterior, durante la primera vuelta de las elecciones anticipadas, el pueblo ecuatoriano fue consultado sobre si está de acuerdo en mantener el crudo del bloque 43 indefinidamente en el subsuelo, alrededor del 60% de los electores se pronunció a favor del Yasuní.
Esta histórica votación va más allá de una crítica al extractivismo, en el fondo se reclama una alternativa económica, social y ambientalmente biocéntrica que reemplace a las energías fósiles (carbón, petróleo, gas natural) por energías renovables.
Para entonces, el desconocido candidato Daniel Noboa se sintonizó con la propuesta ambientalista de mantener el petróleo bajo tierra y se comprometió con respetar la decisión de la Consulta, pero ahora luciendo la banda presidencial se quita la careta ecologista, desoye el mandato popular, incumple con el retiro progresivo y ordenado de la infraestructura petrolera e insiste en una moratoria para la explotación del crudo en el bloque Yasuní ITT.
Está clara la demagogia electoral. El candidato de cartón, falso pachamamista, engañó a miles de personas; el verdadero Daniel es aquel que quiere seguir explotando los recursos naturales, convertirlos en mercancías, para negociarlos en el mercado financiero internacional en beneficio de un grupo de corporaciones que acumulan mayor riqueza, mientras socializa los pasivos de pobreza, violencia y deterioro de la naturaleza.
El patrón extractivista de las élites es común. Hace una década el prófugo Rafael decretó la explotación petrolera en el Parque Nacional e ilegalmente escamoteó la iniciativa de Consulta promovida por Yasunidos, el mismísimo banquero Lasso insinuó que desacataría el resultado del plebiscito, en tanto, el hijo del magnate bananero promete seguir incumpliendo el mandato popular.
El gobierno, tal como lo hace con su propuesta de encarecer el IVA, argumenta que el Estado requiere la plata de la explotación del crudo para sostener la guerra contra los grupos organizados delincuenciales. Esa justificación es falaz, pues por disposición de la Ley de Finanzas Públicas, emitida en el año 2020, las ganancias del negocio petrolero deben destinarse al pago de la deuda externa.
Están engañando deliberadamente a la gente, continuar despojando el Yasuní sólo servirá a los chulqueros internacionales. La popularidad presidencial será efímera si se atropella al pueblo.