Diplomacia de alquiler

Periódico Opción
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Por Francisco Escandón G

Las relaciones internacionales del Ecuador son vergonzosas. Aunque el gobierno de Moreno apele al chauvinismo nacional y al manual de (urbanidad y buenas costumbres) de Carreño, el retiro del asilo político a Julián Assange viola los derechos humanos.

Por el momento no se juzgará la inocencia o culpabilidad del hacker, sino se valorará el papel de la diplomacia que representó los intereses del país en más de una década.

En tiempos del correísmo se violó la libertad de expresión y otros derechos humanos, se criminalizó la protesta social. Por ello, asilar a Assange constituía un acto incongruente entre el discurso demagógico y el autoritarismo del poder que brillaba fronteras adentro. Tal parece que esa concesión de asilo tuvo más motivaciones propagandísticas que humanitarias.

La continuación del gobierno de Alianza País es también la prolongación de la vergüenza diplomática. El circo populista continuó al entregar la nacionalidad ecuatoriana a Assange y al extenderle nombramiento de funcionario diplomático ante Rusia.

Sólo ahora que el imperialismo norteamericano presiona a Moreno, resulta incómoda la presencia del hacker. Sólo ahora que el Fondo Monetario Internacional exige encarcelar al asilado, se preocupan de la plata gastada para protegerlo. Sólo ahora que se culpa de la corrupta cuenta offshore INA a la familia presidencial, les apesta la mierda embarrada en las paredes de la embajada.

Así es la diplomacia ecuatoriana, al servicio del mejor postor, al vaivén de las presiones internacionales y al provecho de cualquier advenedizo presidente. Cuando Assange era héroe, fluían los capitales rusos y chinos; ahora son los gringos quienes definen la agenda de la cancillería. La soberanía no es más que una palabra manoseada.

La decisión de entregar a Assange le da respiro a Correa para salir de las cuerdas de la corrupción, el prófugo ahora tiene palestra y micrófonos delante, pero no es el peor enemigo de Moreno, ese lugar le corresponde ahora al ejército de hackers de Wikileaks que expondrán cualquier secreto o error del régimen.

Esa es la diplomacia de alquiler y será más vergonzosa si el gobierno termina con las manos manchadas de sangre, si se extradita a Assange.

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